Vuelvo a poder sacar un poco te tiempo para darle a la tecla y poder narraros lo que ha sido mi última incursión salitrera. Un mes de abril marcado por la ausencia de esa sensación que nos encanta disfrutar cada día, pero que por unas cosas u otras no he podido sentir en mi cuerpo y lo que es mas importante en mi mente. Obligaciones laborales y sobre todo personales han hecho que el poco tiempo que pudiera tener no coincidiera con los momentos idóneos para ir al agua. Un mes marcado por la falta de olas en líneas generales o días con bastante viento en las horas que podría haberlo intentado. Así todo, no he dejado de hacer deporte incrementando mis intervenciones en el otro padel, ya que es fácil ir al club a jugar a última hora de la tarde, cuando la conciliación familiar esta mas encarrilada. Un deporte que lleva apasionándome desde que le comencé a practicar hace muchos años, donde jugaba e incluso capitaneaba a un equipo femenino, además de organizar torneos regionales y nacionales. Y por otro lado, aprovechando los fines de semana para realizar excursiones al aire libre con la familia conociendo un poco mas la tierruca de interior.
La sesión me la he tomado con tranquilidad, con una visión chill, y viendo que había bastante gente en frente del club decidí coger el singlefin para tener una tabla con volumen, cómoda en las entradas y en la puesta en acción, así que me permitiera estabilidad para la puesta en pie pudiendo fluir tranquilamente en las olas. Acerté de pleno en ese sentido cogiendo media docena de olas. Mi estrategia fue estar un poco apartado e incluso al principio mas cerca de la orilla, algo extraño en mi, pero es que había en el agua bastante gente foránea que aún no entiendo como pueden cruzar unos limites geográficos que se encuentran cerrados. Polémicas a parte me preocupa mas la poca cultura surfera que se gastan entrando al agua sin respeto, remando todo lo que viene, con tablas poco acertadas para la playa, para su nivel y para el resto de moradores de aguas que allí nos encontrábamos. Es una critica constructiva, ya que al dedicarme profesionalmente a ello, tengo que ver como dar a conocer este tipo de detalles fundamentales para el buen ambiente en el agua. Da igual que pongas carteles gigantes en las entradas de la playa con el código de surfing si estamos en un momento clave de la humanidad en el que cada uno solo piensa en si mismo en la vida, así que imaginaros en el agua. Las ansias sin control no sirven de nada, pero es complicado comunicarlo o enseñarlo al que no quiere aprender.
Vamos que salí del agua con un sabor agridulce entre lo bien que me he encontrado físicamente y técnicamente, sumado al buen rollo con otros locales como Nachete, Sergio Arce o Sergio Cantolla y luego un poco preocupado con la llamada del surf de postal, como titula un grafiti en el skatepark que no va mal encaminado. Así todo, ya sabéis que soy positivo y me quedo con lo bueno, a pesar de estar viviendo malos momentos consigo disfrutar de lo que mas me gusta cada vez que tengo la oportunidad de hacerlo. Solamente, el hecho de enfundarte el traje, como lo hacen los superhéroes, bajar a la playa respirando aire puro, notar la frescura de la mar en tu cuerpo, hacer la primera cuchara (pato), llegar a la rompiente, esperar tu turno, remar la ola y fluir por ella, es la mejor victoria que podemos lograr en estos días. Ninguna ola destacaría sobre las pocas olas que pude cabalgar, pero el mero hecho de ponerte de pie con la técnica de longboard para hacer un bottom turn estilo clásico, debido a la única quilla que agarra mi tabla a la onda marina, pudiendo bombear o realizar los recortes que ella me indicaba, es la sensación mas hermosa que me puedo imaginar ahora que no he tenido la oportunidad de sentirla habitualmente. Se echaba de menos y espero que vaya pudiendo coger algo mas de ritmo en estos próximos meses de mayo y junio antes de que llegue la marabunta a nuestras playas.
SURFING, RESPECT, ENJOY & LOVE. KEEP SUPING.